Religión, problemas y dinero.
Estaba leyendo la Revista Semana y me encontré con el texto de Antonio Caballero, titulado El poder de la fe, me llamó mucho la atención, estando de acuerdo con el columnista quise dar mi opinión.
Quiero comenzar retomando algunas de las palabras del autor, que plasman en el texto enfatizando en el poderío de la región, frases como: “ La larga lucha por la separación de la iglesia y el estado se hizo teniendo en mientes a la católica. Pero las sectas protestantes hacen política sin complejos”. Y a el más fastuoso de los papas de la Iglesia Católica, quien decía : “Desde tiempos inmemoriales se ha sabido cuán provechosa nos ha resultado la fábula” ( León X )
Darse cuenta de que la religión es una buena forma de hacer negocio no es difícil. Pensar en esto como un negocio no debería ser correcto, pero así es. presentes en nuestras sociedades la comercial religiosa , por definirla de algún modo, está teniendo un crecimiento que empieza asustar.
No deja de sorprender que, una vez conocidas las afirmaciones de María Luisa Piraquive, líder de la Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional, hayan salido a su defensa líderes de este movimiento, argumentando que lo que ella dijo, corresponde a una especie de reglamento interno que debe ser respetado. Tales declaraciones no pueden ser bien vistas en un estado igualitario como el colombiano, acá hay que aclararle algo al lector: Por lo menos se supone que somos igualitarios en el papel. Ningún reglamento interno puede basarse en el irrespeto y el desconocimiento de los derechos fundamentales, como es prohibirle a una persona desempeñar cualquier oficio en razón de su discapacidad. Eso sería tanto como permitir que dentro de un colegio o un club social, se prohibiera desempeñar algún cargo a una persona por su condición física.
Pero este lamentable hecho va más allá de las afirmaciones de la señora Piraquive, como lo plantea Antonio Caballero en su columna de la Revista Semana, el debate sobre los beneficios económicos que trae el negocio de la fe y si es válido que un grupo religioso ostente también la condición de grupo político.
Frente al primer tema, debe plantearse si hoy se justifican las exenciones tributarias para las iglesias. Las millonarias mansiones que poseen los Pastores parecieran ser testimonio de una incapacidad financiera para tributar, pero es real y sí se ve justificable por el rentable negocio que es tener una iglesia.
Y en cuanto al segundo, son estas convicciones religiosas ligadas a la política las que han permitido que hoy se perpetúen condiciones para pasar por alto los derechos de algunos. Fue esta mezcla de religión y política la que no permitió que se legislara a favor del matrimonio homosexual y ha sido la que mantiene en condiciones de discriminación a las mujeres que buscan poner fin a un embarazo no deseado por ellas.
Un movimiento que se lucra de la necesidad de sus feligreses no puede alegar el respeto a sus propios derechos, cuando estos constituyen el desconocimiento de los derechos de los demás.

















